Para comenzar el estudio de este tema recupere los conocimientos de los alumnos acerca de la estructura de los seres vivos mediante preguntas como esta: ¿Qué partes tenemos en común los seres humanos, las plantas, los hongos, los insectos y las bacterias? Si pudiéramos ir “desarmando” a los seres vivos mencionados hasta quedarnos con una pequeñísima parte, ¿Cómo imaginan que serían? ¿Cómo se explican el crecimiento de los dedos de la mano o de las raíces de una cebolla?
Propicie que los estudiantes
hagan inferencias y dibujos de células.
Plantee analogías para dar
explicaciones, por ejemplo, mencione que, así como un edificio está formado por
un armazón de metal y tabiques, además de otros materiales, nuestro cuerpo
tiene un esqueleto y está formado por sistemas, órganos, tejidos y células.
Organice una consulta guiada
para que los alumnos observen ilustraciones de células en páginas de internet,
o en materiales de las bibliotecas escolar y de aula, y las comparen con sus
dibujos. Condúzcalos hasta la conclusión de que, aunque existe una gran
diversidad de seres vivos, todos estamos formados por células, ya sea por una
sola (como en el caso de las bacterias) o por millones de ellas (por ejemplo,
las plantas y los animales).
Oriente a los alumnos mientras
llevan a cabo la observación microscópica de distintos seres vivos o de partes
de ellos en muestras de epidermis de cebolla y de agua de florero, entre otras.
La idea es que hagan el mayor número posible de observaciones y elaboren su
propio modelo de célula.
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